Autorretrato en el estudio
1777. , 39,8 x 31,8 cmSala 093
La radiografía efectuada a este lienzo con motivo de la exposición celebrada en 2022 ha revelado una inscripción en latín en el reverso de la tela original, que fue forrada posteriormente. Aunque solo es legible de forma parcial, se ha podido traducir: "Para Luis Gabriel, Paret [ilegible] pintó su propio retrato y como vera demostración de amistad, [ilegible] su patria donó [ilegible] a su compatriota L[uis] G[abriel] V de Madrid (?), [ilegible] carísimo (?) [ilegible] en el año de 1777, a la edad de 31 años". No cabe duda por tanto de quién es el personaje representado, ni de la fecha en que fue pintada la obra, confirmada doblemente por la indicación precisa del año y por la edad del artista, por lo que se demuestra la hipótesis de varios autores que situaron su realización durante el presidio de Paret en Puerto Rico. Por el contrario, quedan descartadas las interpretaciones que la vinculaban con el naufragio de la nave San Pedro de Alcántara y, por ello, la fechaban hacia 1786, cuando el artista ya se hallaba en Bilbao. Asimismo, la reflectografía infrarroja permite advertir con claridad las palabras "Mediterráneo" y "Granada" en el mapa sobre la mesa en la que Paret se acoda, lo que confirma que es una representación cartográfica de España.
Con esta información se puede concretar de forma más precisa el significado de la obra. No se puede negar su tradicional vinculación con la representación de la melancolía filosófica o intelectual, relacionada desde antiguo con los artistas, y que se manifiesta a través de la actitud reflexiva del modelo, de su pose -procedente de la estatuaria clásica y que Paret utilizó de forma muy similar en otras composiciones, como la imagen de Talía dentro del conjunto de las musas que ilustrarían El parnaso español de Quevedo, editado por Sancha en 1794- y de elementos como los libros, la pluma de escribir o los útiles de su profesión esparcidos por el suelo. Al mismo tiempo se ha de relacionar también con una melancolía más mundana, consecuencia de la penosa situación personal que sufría en ese momento el artista, alejado de su patria, de su familia y sin poder ejercer la pintura de modo adecuado.
Al alejamiento y la añoranza de su patria alude indudablemente el mapa mencionado, pero asimismo la representación del barco naufragado en el lienzo ovalado a su espalda, un buque mercante español, como indica su bandera, con la cruz de Borgoña o de San Andrés en rojo sobre blanco. El naufragio o el barco en la tormenta es una imagen metafórica del exilio que fue utilizada por poetas de la Antigüedad como Alceo de Mitilene, Teognis de Megara u Ovidio, y se ha descrito también como un "símbolo de desarraigo". Que Paret conocía las obras de los clásicos es incuestionable dado el contenido de su biblioteca y sus continuos alardes sobre su formación en lenguas clásicas pero, además, es probable que la inclusión de los dos bustos clásicos junto a su capa y su sombrero -prendas "para salir" que aparecen en el suelo- responda a un deseo de compararse con los poetas de la Antigüedad también en este particular. De igual modo, el cuadro de formato rectangular que aparece pintado dentro del óvalo, colgando ilógicamente de un acantilado, podría ser, a su vez, metáfora de la desubicación que sufría el artista en ese momento, mientras que su indumentaria como majo elegante estaría refiriéndose a su verdadero lugar de pertenencia, que no era otro que la corte española.
Finalmente, con la representación de sus útiles de pintor en el suelo -junto a un atlas- estaría indicando la ya citada dificultad para ganarse la vida adecuadamente en aquel lugar. De hecho, ha de recordarse que la única obra que se sabe que pintó Paret durante su estancia en Puerto Rico, aparte de esta, fue otro autorretrato (Municipio de San Juan, Museo de San Juan), en aquella ocasión vestido como jíbaro, al poco tiempo de llegar a la isla y en un tono distinto, cuando aún albergaba cierta confianza en su pronto regreso, sentimiento que en este autorretrato posterior ya se ha tornado en frustración y nostalgia.
Según la inscripción del reverso, Paret envió el cuadro a Madrid, a un personaje llamado Luis Gabriel que debía de conocer la lengua latina y poseer erudición suficiente como para comprender el significado de la pintura. Es probable que con ello el artista esperara alguna gestión por parte del destinatario ante alguien lo suficientemente influyente, con el fin de que cesara su presidio en la isla. Evidentemente lo consiguió, porque en mayo de 1778 se le conmutó la pena en Puerto Rico por la de alejamiento a cuarenta leguas de la corte y reales sitios, lo que le permitió regresar a España y establecerse en Bilbao.
Albarrán, V. Maurer, G., 'Luis Paret y Alcázar. Autorretrato en estudio' En:. Paret, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2022, p.126-129 nº 24