Bodegón de caza, hortalizas y frutas
1602. , 68 x 88,2 cmSala 008A
Aunque Juan Sánchez Cotán cultivó distintos géneros pictóricos, retratos o composiciones religiosas, su principal aportación a la pintura española fue la fijación del bodegón que se considera más característicamente español, aunque esta afirmación sea una reducción extrema que no tiene en cuenta la variedad de posibilidades que este género alcanzó en España. Sobriedad, intimismo, pureza mágica, intensidad misteriosa, elegancia en la simplicidad o humildad simbólica, son los adjetivos que vienen aplicándose al bodegón español de comienzos del siglo XVII. Sabemos que Sánchez Cotán fue discípulo de Blas de Prado, en su día un celebrado pintor, reconocido especialmente por sus bodegones. Los bodegonistas italianos Cario Antonio Procaccini, Pamphilo Nevulone y sobre todo Fede Galizia, son también nombres de referencia en la obra del pintor español.
Sánchez Cotán dibuja un geométrico hueco pétreo, posiblemente un armario para conservar los alimentos frescos cuyo fondo negro hace resaltar con fuerza los elementos elegidos, minuciosamente pintados y poderosamente iluminados por una luz lateral que arroja contundentes sombras. Manzanas y limones, zanahorias y rábanos, perdices y pajaritos y un portentoso cardo, se disponen en rítmico enlace hasta crear una ilusión perfecta, una intromisión visual en la realidad cotidiana que alcanza con Sánchez Cotán una fuerza tenebrista que se anticipa a Caravaggio.
El bodegón está fechado en 1602, una fecha verdaderamente temprana en la producción de este género de pinturas, y que se corresponde con el periodo de estancia del pintor en Toledo, en plena madurez creativa, y un año antes de abandonar su reconocido taller para ingresar como lego en la orden Cartuja. En 1603 realiza un inventario de sus bienes en donde incluye un lienzo del cardo adonde están las perdices, que es el original de los demás, que es de Juan de Salazar. Se piensa que la descripción se refiere a esta pintura, y en tan corto texto aparecen dos informaciones de interés, una el destinatario del bodegón, Juan de Salazar, un miniaturista que trabajó en El Escorial como Sánchez Cotán, y que ejerció de albacea suyo. El otro dato reseñable es el hecho de que la obra fuese original de los demás, una prueba evidente de que las repeticiones de elementos y esquemas compositivos era una práctica habitual que respondía, seguramente, a los requerimientos de la clientela, poco preocupada por el concepto de originalidad.
La pintura procede de la colección del infante don Sebastián Gabriel. El Museo del Prado adquirió el lienzo a uno de sus descendientes, el duque de Hernani, en 1991
El Prado en el Hermitage, Museo Estatal del Hermitage: Museo del Prado, 2011, p.120-121