Cristo con la cruz a cuestas
Hacia 1516. , 121 x 100 cmSala 049
Jerónimo Vich y Valterra (1459-1535), embajador de Fernando el Católico y Carlos V en Roma entre 1506 y 1521, encargó a Sebastiano del Piombo un tríptico del que se conserva la pieza central con la Lamentación sobre el cadáver de Cristo (Museo del Ermitage, San Petersburgo) y un lateral con el Descenso de Cristo al Limbo (P346). El tríptico está fechado en 1516, año de la muerte del rey Fernando, cuando Vich esperaba el relevo al frente de la embajada e iniciaba los preparativos para su regreso a Valencia, pero que aún pospondría un lustro. La amistad de Vich con León X y la proximidad de Piombo al pontífice podrían explicar este primer contacto entre el pintor y la clientela hispánica. Que Cristo con la cruz a cuestas perteneciera a Jerónimo Vich aconseja su datación en torno a 1516, un año decisivo en la carrera de Sebastiano, quien además de estas pinturas recibió de Julio de Médicis el encargo de La Resurrección de Lázaro (National Gallery, Londres), que debía competir con La Transfiguración, de Rafael (Musei Vaticani). Los encargos de Julio generaron una notoria rivalidad entre los dos pintores, y cuenta Giorgio Vasari que Miguel Ángel ayudó a Piombo suministrándole diseños. Aunque no consta que lo hiciera para esta obra, la influencia del florentino es evidente, sobre todo en el tratamiento monumental del cuerpo de Cristo. Sebastiano se mostró, sin embargo, deudor de su formación veneciana en el uso del color con intención simbólica y dramática y en su aplicación siguiendo una sutil técnica de transparencias y veladuras. La proximidad de Piombo al pasaje evangélico fue ciertamente inusual, pues en lugar de situar la escena en la Vía Dolorosa, como era habitual, la ubicó en un interior, mostrando un momento pocas veces representado, cuando Cristo toma la cruz en el palacio de Pilatos rodeado de sayones y soldados. El cambio de escenario no resta dramatismo a la escena, que transmite gran sensación de angustia por la acumulación en primer plano de las figuras de Cristo, el sayón y el soldado. La composición se abre a la derecha a través de un gran ventanal, por el que se vislumbra la comitiva abandonando Jerusalén en dirección al Gólgota a través de un arco triunfal de raigambre romana. Cristo con la cruz a cuestas está pintado sobre un lienzo finísimo con el que Piombo conseguía un tratamiento minucioso y calidades próximas a las de la madera. La maestría del artista en el tratamiento de rostros y manos, tan alabadas por Vasari y una de las razones de su éxito como retratista, queda patente tanto en la figura del sayón como en la de Cristo. Esta última debió de conocer un éxito considerable, pues Piombo abordaría con posterioridad repetidas veces el tema de Cristo con la cruz, aunque aislando la figura de cualquier contexto narrativo (P348). A pesar de que Jerónimo Vich vinculó la obra al patrimonio familiar, su bisnieto Diego Vich la entregó en 1645 a Felipe IV en pago de ciertas deudas. Destinada a la sacristía del Escorial, permaneció allí hasta su ingreso en el Museo del Prado en 1839 (Falomir, M. en: 100 obras maestras del Museo del Prado, 2008: 62).
La figura de Cristo ha sido puesta en relación con un dibujo preparatorio que conserva el J. Paul Getty Museum de Los Ángeles (inv. 2017.105, 16´9 x 12 cm).