Cristo en casa de Marta y María
1568. , 126 x 243 cmSala 056
La escena evangélica que da título al cuadro se representa al fondo, donde vemos a Jesús sentado en un sillón mientras exhorta a Marta a buscar la salvación eterna. Aunque desde el punto de vista del contenido de la obra se trata de la escena principal, ocupa un lugar muy secundario en la composición, pues el artista ha decidido subvertir las leyes de la narración clásica y dar la primacía visual a un asunto aparentemente banal. En el primer término aparecen dos mujeres, una de ellas joven y la otra de avanzada edad, junto a una mesa en la que vemos una auténtica acumulación de viandas y recipientes, lo que hace que en la composición lata una significativa tensión entre el género religioso y el bodegón. Y todo, además, en un escenario y una disposición que no responden a una experiencia de la realidad, sino que se encuentran combinados de manera arbitraria. Los elementos arquitectónicos no definen una arquitectura doméstica y la relación entre el espacio interior y el exterior es anómala. Por su parte, los objetos que se exponen en primer término están mezclados sin lógica u orden alguno, y en su disposición no hay un deseo de describir una cocina o despensa, sino una voluntad de apabullar al espectador. El gran plato de pescado está sobre la cesta de manzanas; hay un pato encima de un montón de servilletas, platos y copas; el pan ocupa una posición inverosímil sobre un recipiente de barro, etc. El artista ha querido recrearse en la presentación de una extraordinaria variedad de objetos y demostrar su habilidad para la descripción de texturas. No se trata de una obra aislada dentro de la producción de su autor, pues es un tipo de pintura en el que se especializaron algunos artistas flamencos en las décadas centrales del siglo XVI, y que responde tanto al gusto por las texturas, los detalles de naturaleza muerta y el costumbrismo habituales en la pintura de los Países Bajos como al juego con las leyes compositivas clásicas típico del manierismo. Beuckelaer entró en contacto con este tipo de escenas en el taller de su maestro, Pieter Aertsen, y nos ha dejado otras obras parecidas. Así, la misma historia, una estrategia de representación similar y hasta una chimenea muy parecida aparecen en un cuadro de los Musées-Royaux de Bruselas; en ocasiones utilizó otros episodios bíblicos, como la cena en Emaús (Praga, Národní Galerie). Este tipo de obras se difundieron por Europa mediante los originales de Aertsen y Beuckelaer, versiones de taller, copias y estampas. En la Sevilla de principios del siglo XVII encontraron un eco en la obra de un joven pintor -Velázquez- que utilizó esos mismos métodos de representación en obras que también describían la visita de Cristo a casa de Marta y María, y la cena en Emaús (Texto extractado de Portús, J. en: Fábulas de Velázquez. Mitología e Historia Sagrada en el Siglo de Oro, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 305-306).