El embarque
1784. , 56 x 74 cmSala 094
Ante la puerta de una fortaleza que se vislumbra al fondo de Pescadores (P875), pareja de este cuadro, el caballero embarca ahora con su nueva esposa, elegantemente vestida, a la que ha sacado de su antigua vida, pues la admiran las jóvenes y la critican sus despreciados pretendientes.
Boceto preparatorio de uno de los diez cartones para tapices, de asuntos marineros, destinados a la decoración de la Pieza de Damas, o segunda antecámara, del cuarto de la Princesa de Asturias, la futura reina María Luisa, en el Palacio Real del Pardo, pintados por Zacarías González Velázquez (1763-1834) en 1785, según bocetos de Mariano Salvador Maella.
El cartón (Museo Nacional del Prado, P6216) está depositado en La Haya, Embajada de España, por O. M. de 25.10.1948. Los diez cartones de la serie se conservan en el Museo del Prado. De esta serie se conocen actualmente cinco bocetos realizados por Maella, que se conservan en el Museo Nacional del Prado, en la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, Zaragoza y en el Palacio Real de Riofrío, Patrimonio Nacional.
En la factura de entrega González Velázquez describe el cartón, pintado "por dirección y bocetos" de Maella, como "Un caballero con una señora y familia que se van a embarcar en una tartana a la que van llevando fardos los marineros, delante de todos estos, en primer término dos marineros sentados y otros dos, uno de pie y uno liando un fardo, en la lontananza de éste se descubre parte de una ciudad con castillos, y fortaleza"; (J. Held, Die Genrebilder der Madrider Teppichmanufaktur und die Anfänge Goyas, Berlín 1971, pp. 172-173, n. 403).
"Los bocetos para este cuarto de Damas se debieron componer en el estudio de Maella de manera concurrente, con el fin de que todas las escenas guardasen una unidad narrativa, sobre todo cuando se iban a destinar a una estancia donde se exhibirían muy próximas. Maella intenta disimular los rasgos compositivos de su tradición clasicista, aunque le delata la diagonal trazada en el planteamiento de esta pintura como en el de su pareja, donde la mitad del espacio parece invadido por el mar y el celaje, lo que imposibilita que resulte una escena abigarrada. Un recurso para la consecución de diferentes planos es que los colores de los primeros términos se matizan en los segundos, para finalmente diluirse casi por completo en los últimos. Esta progresiva gradación de tonos puede glosarse como un recurso pictórico bastante habitual entre los pintores, sin otro propósito que el de procurar que nuestra vista se deslice gradualmente hacia el fondo. Pero detenta asimismo una doble finalidad, pues al presentarse en estos bosquejos de manera tan marcada, se puede interpretar como un modo de allanar su trabajo a los tejedores.
El escenario que el pintor construye es aquí más teatral que descriptivo. Maella, lejos de pretender identificar el paraje aspira más bien a conferirle el efecto inverso de imagen casi atemporal" (Texto extractado de Mano, J. M. de la,: Mariano Salvador Maella: poder e imagen en la España de la Ilustración, 2011, pp. 551-552).