El mundo nuevo
Hacia 1765. , 34 x 58,3 cmSala 023
Estas dos obras (P7804 y P7805) forman parte de una serie de asuntos similares y son singulares dentro de la producción de este autor. Se trata de un par de pequeñas escenas costumbristas venecianas, resueltas por el artista con una ejecución exquisita, una especial delicadeza y gran agilidad de toque, habilidades técnicas todas ellas adquiridas al trabajar al lado de su padre. Tan peculiar género de piezas no es raro en su producción -aunque sí poco frecuente- por lo cual tales creaciones escasean en colecciones públicas y privadas de todo el mundo, particularmente en España, donde tan sólo se conocen las restantes de la serie y otra pareja de obras, de naturaleza e interés semejante, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, procedentes de la Colección Cambó. Se inscriben en una larga y diversificada tradición de asuntos de la vida de los campi y los canales, que hunde sus raíces en el siglo XV -cuyos máximos representantes fueron Gentile Bellini, Vittore Carpaccio y Lazzaro Bastiani- para proseguir durante las centurias siguientes, con cultivadores como Bonifacio de Pitati, Veronés y sus hijos, Federico Zuccari, la familia Bassano o Heintz el Joven, hasta culminar en el siglo XVIII en el que brillaron, además de Giandomenico Tiépolo, artistas de diferente categoría: Gian Antonio Guardi, Antonio Baratti, Gabriele Bella, Gaspare Diziani, Pietro Longhi y Giuseppe Bison. En sus creaciones se describe y hace burla, como aquí, de la sociedad veneciana con gran acierto merced a un espíritu observador que levanta acta de un mundo cada vez más tocado por una mayor fragilidad que anuncia su inminente aniquilamiento, circunstancias que el propio Giandomenico vivió debido a su longevidad.
Estilísticamente se vinculan a los cuadros de la antigua colección Blake, antes en Kansas City y ahora en Roma, en manos privadas. El charlatán fue grabado por Wagner en 1777 con la indicación Jo. Dominicus Tiepolo pinx.
Hijo, discípulo y colaborador de Giambattista Tiepolo, aun cuando tomó múltiples ideas y aspectos técnicos de la obra paterna trabajando a su lado, Gian Domenico progresivamente fue adquiriendo una expresividad personal distinta que le separaría de la mera servidumbre a la estética en la que se había formado. Así, en él se marcó una tendencia al intimismo, la pintura de género, el espíritu documental cotidiano y la caricatura con aires unas veces cáusticos y otras puramente humorísticos, todo lo cual le distanciaría de la formidable prosopopeya del mundo de dioses, reyes, mitos y símbolos que se aprecian en la ejecutoria grandilocuente de su progenitor.
Gian Domenico asimiló el cromatismo, el dibujo y la calidad general de la obra del padre -a quien acompañó en muchos de sus viajes por Italia y en los que realizó a Alemania y España- y supo adaptar tales principio técnicos y estéticos a una tendencia más acusada al expresionismo anecdótico, enriqueciéndola con tonalidades claras y luminosas, adecuadas al sentido de la realidad que deseaba llevar al lienzo.
La composición sigue en lo fundamental una de las escenas pintadas al fresco por Giandomenico en la llamada Sala del Carnaval de Venecia en la hospedería de la Villa Valmarana de Vicenza, firmada por el autor en 1737.
Luna, J.J, Giandomenico Tiepolo 'The New World' En:. Italian masterpieces from Spain's royal court, Museo del Prado, National Gallery of Victoria Thames & Hudson, 2014, p.228