Interior de una casa de un pueblo de Aragón, cuando la familia se reúne por la tarde a tomar el chocolate
1866. Óleo, 84 x 65 cmDepósito en otra institución
Durante el reinado de Isabel II continuó la tradición de la Corona que había surgido durante la Ilustración de promover proyectos artísticos que recopilaran repertorios de las riquezas del país en sus más distintas manifestaciones, arquitectónicas, geográficas, gastronómicas o antropológicas, planteados como encargos de series de cuadros con un primordial valor iconográfico, basado en el interés enciclopédico y aglutinador del conocimiento universal. En este espíritu surgieron algunos de los conjuntos pictóricos más interesantes encargados por los reyes españoles a partir del último tercio del siglo XVIII. Aunque con carácter puntual, Isabel II también impulsó -bien a expensas de su bolsillo particular o a través de encargos oficiales de sus ministros- distintas series de pinturas que recogieran aspectos de las tierras y gentes de su reino. En este mismo espíritu, el Gobierno de Su Majestad, a través de una Real Orden de 6 de febrero de 1865, otorgaría al pintor sevillano Valeriano Domínguez Bécquer una pensión con el siguiente propósito: «Teniendo en cuenta la conveniencia de que en el Museo Nacional haya una colección lo más completa posible de cuadros que recuerden en lo futuro los actuales trajes característicos, usos y costumbres de nuestras provincias, y en vista de las especiales circunstancias que concurren en Don Valeriano Bécquer, la Reina (q.D.g.) se ha servido concederle la pensión de diez mil reales anuales, a fin de que recogiendo en dichas localidades los datos y estudios necesarios remita al referido Museo dos cuadros cada año de las condiciones que se indican».
Así, para cumplir la primera entrega de la pensión, correspondiente al curso 1865-1866, Valeriano entregó este cuadro titulado Interior de una casa en un pueblo de Aragón, cuando la familia se reúne por la tarde a tomar el chocolate y el cuadro El presente. Fiesta mayor en Moncayo (Aragón), la víspera del santo patrono, ambos fruto de su viaje por tierras aragonesas. (Texto extractado de: El siglo XIX en el Prado, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 188-189).
Sobre la iconografía el autor apunta: «Cuadro de costumbres de Aragón, en el cual he tratado de dar idea del interior de las habitaciones y del uso, muy generalizado en ciertos puntos entre las mujeres del pueblo, de jugar el chocolate a las cartas a la hora de la merienda.» (Texto extractado de: Pintura del Siglo XIX en el Museo del Prado. Catálogo General, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2015, p. 153).