La expulsión de los moriscos
Hacia 1627. , 380 x 504 mmNo expuesto
En 1627 tuvo lugar el concurso para pintar la Expulsión de los moriscos, destinada al Salón Nuevo del Alcázar de Madrid, que había de presentar a los Habsburgo como defensores de la fe católica. A él concurrieron los principales pintores regios –Diego de Velázquez, Vicente Carducho y Eugenio Cajés- más Angelo Nardi ante un jurado compuesto por Giovanni Battista Crescenzi y Juan Bautista Maíno. El elegido fue Diego de Velázquez, cuya victoria le valdría un inmediato ascenso social, su primer cargo palatino: ujier de cámara. De tan sonado acontecimiento sólo se conserva un testimonio gráfico, puesto que el cuadro de Velázquez desapareció en el incendio del Alcázar en 1734. El proyecto se inscribía además en el largo proceso decorativo del recién creado Salón Nuevo del Alcázar.
El dibujo de Carducho muestra, tal y cómo su título indica, la expulsión de los moriscos en el puerto de Denia ordenada por Felipe III en 1609. La escena se desarrolla en la costa mediterránea y la orografía de Denia es perfectamente reconocible, incluida la isla o peñón que se ve arriba a la izquierda. Desde la lejanía avanzan los moriscos escoltados por un grupo de caballería que los dirige hacia la nave en la que habrán de enmarcar. En primer plano, un soldado armado a la izquierda insta a la multitud a avanzar apuntando con el dedo hacía el navío; a la derecha, un grupo de soldados armados con espadas y fusiles los observan y vigilan. Se trata de una composición del todo acabada, concebida desde un principio con un formato horizontal.
El estudio técnico arroja nuevos datos, pues el artista repasó todos los perfiles con un estilete para calcarlo, como se confirmó en 2012 cuando en el área de restauración del Gabinete de Dibujos del Prado despegaron el papel original del soporte al que estaba adherido. Una vez separados, se pudo comprobar que se había aplicado con lápiz toda la superficie del verso. Se constata así la intención del artista de conservar el esbozo y emplearlo como modelo de referencia, utilizando el calco para llevar a cabo posibles modificaciones a partir del original. Esto explicaría también los huecos que aparecen en los ángulos superiores del papel, indicios de que fue colgado.
Del hecho de que la hoja fuese calcada pueden sacarse varias conclusiones. La principal, que esta composición fue concebida con un formato horizontal; no se trata pues de un detalle del cuadro final a los que nos tiene tan acostumbrados Carducho, sino de un dibujo acabado y estudiado, seguramente a través de toda una serie de esbozos que se han perdido, lo que indica la ausencia de la preparación a lápiz sistemática en sus dibujos, así como el trazo rápido y nervioso pero magistral.
Se podría decir que es una composición muy avanzada pero no final.
Se trata de una obra maestra y de un dibujo excepcional, pues es el único que nos ha llegado en el que Carducho emplea el estilete como medio de calco. Mientras que no aparezcan nuevos testimonios gráficos o documentales no sabremos si es o no la composición que presentó al concurso de 1627. (Texto extractado de Pascual Chenel, A.; Rodríguez Rebollo, Á., Vicente Carducho: Dibujos: Catálogo razonado, Biblioteca Nacional de España: Centro de Estudios Europa Hispánica, 2015, p. 207-211).