La infanta Margarita Francisca, hija de Felipe III
Hacia 1610. , 100 x 72 cmDepósito en otra institución
En este ejemplar, uno de los últimos hijos de Felipe III, la infanta Margarita Francisca, que moriría tempranamente (1610-1617), aparece representada con un año aproximadamente, con el cabello recogido en un alto moñete y sentada sobre dos cojines de color carmesí. El fondo, muy oscuro y sin elementos espaciales que distraigan al espectador, hace que resalte la vivaz cara de la niña, así como su indumentaria y, sobre ésta, el buen número de dijes y amuletos que porta. Todo un repertorio de elementos profilácticos que prevenían a los niños de los distintos males que les acechaban desde su nacimiento; entre ellos, el mal de ojo o los malos espíritus (Martínez Gil, 1993: 109). De estos últimos, y de las afecciones del oído, prevendría la campanilla que cuelga de una larga cadena, así como el sonajero de la mano derecha. El resto de los dijes son una garra de tejón engastada en plata, una castaña, una esfera, un medallón relicario y una arandela, estos tres últimos de azabache, un material al que desde la Antigüedad se le viene atribuyendo propiedades medicinales y mágicas, y el más utilizado en España desde la Edad Media, cuando los azabacheros de Santiago fabricaban amuletos para los peregrinos y, con posterioridad, fueron muy empleados para niños y mujeres, junto al coral, el otro elemento protector por excelencia (Alarcón, 1987: 7-42). Durante el reinado de Felipe III, seguramente por influencia directa de Margarita de Austria, estos retratos fueron bastante frecuentes, una concesión a la cultura popular de carácter supersticioso que se alargaría en el tiempo, como demuestra el extraordinario retrato de El príncipe Felipe Próspero de Velázquez (Viena, Kunsthistorisches Museum, Gemäldegalerie) o uno de los Caprichos de Goya: El de la Rollona. Fue Pedro Beroqui quien identificó a la infanta, al relacionar esta obra con un grupo de cuatro retratos infantiles considerados de mano de Pantoja de la Cruz, que en 1636 se hallaban en la pieza de las bóvedas del Real Alcázar: la señora infanta Doña Margarita, sentada sobre dos almohadas azules carmesíes y un cascavelero en la mano. Pantoja había fallecido cuando se pintó este lienzo y, por ello, Allende-Salazar y Sánchez Cantón sugirieron el nombre de Bartolomé González, una hipótesis que se dio por buena en los catálogos del Prado y que recientemente ha sido desmentida por Lucía Varela, al encontrar en el Archivo de Palacio (Cuentas particulares, leg. 5.264) una cuenta de Santiago Morán (muerto en 1626) presentada en 1613 en la que se registra un pago de 770 reales por el retrato de la señora ynfanta doña margarita con muchos dixes y bavador y bestido de colonia blanco asentada sobre unas almohadas carmesíes. El dato resulta de especial interés dado que sobre este retratista no se contaba sino con escasas referencias documentales, pero ningún retrato seguro (Texto extractado de Ruiz, L. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 66).