Marte y Apolo / Marte y Apolo, diseño alternativo
1566 - 1569. , 255 x 173 mmNo expuesto
Según la mitología, Marte -dios de la Guerra-, y Apolo -dios del Sol, relacionado con los poderes omniscientes del razonamiento- se reúnen como consecuencia de haber descubierto éste la relación entre Marte y Venus, esposa de Vulcano. Apolo, que estaba al corriente del adulterio al ver todo lo que ocurría en el mundo, visitó a Vulcano en su fragua para revelarle la infidelidad de su esposa.
Esta historia mitológica parece ser el motor del encuentro de los protagonistas del presente dibujo. Marte levanta las manos, asombrado de verse descubierto. Pero hay una posición alternativa de la mano izquierda empuñando la espada, como si estuviera encolerizado, aunque es evidente que esta segunda versión le creó problemas al artista y terminó por abandonarla en una maraña de líneas a pluma. La figura afeminada de Apolo mira a Marte sin alterarse, con la mano izquierda en el pecho como si proclamara su propia inocencia, y la derecha gesticulando en reconocimiento de la innegable verdad. Detrás de él, en el suelo, se encuentra su atributo: una lira.
La atribución tradicional de este magnífico dibujo a Il Bergamasco es indudablemente correcta. El estilo apunta al periodo español del artista, entre 1566/67 y 1569 aproximadamente, y la antigua procedencia española del dibujo podría tomarse como una especie de apoyo circunstancial para situarlo en esta fecha. Sin embargo, todavía está muy patente en el trazo a pluma la influencia de los últimos dibujos a pluma y aguada de uno de los discípulos con más éxito de Rafael, Perino del Vaga (1501-1547), quien, hacia el final de su carrera, trabajaba mucho en Génova. Especialmente típica de los dibujos del periodo genovés de Perino es la yuxtaposición entre los densos contornos de los músculos, que en algunos casos han sido repasados varias veces, y los pequeños toques y remolinos entrecortados que, de vez en cuando, puntúan la caligrafía.
El pintor, grabador y coleccionista Francisco de Solís (ca. 1620-1684), antiguo propietario de este dibujo, desarrolló su actividad en Madrid. Su colección de dibujos de maestros antiguos fue de las primeras que se constituyeron en España, siendo muchos de ellos de artistas nacionales. La prueba de su antigua propiedad se puede deducir de las inscripciones, en español, realizadas con una caligrafía excesivamente grande y desordenada, semejantes a la de este dibujo. En un reciente examen técnico de la presente obra, llevado a cabo en la Universidad Complutense de Madrid (enero de 2004), se ha llegado al interesante descubrimiento de que la misma tinta empleada en las inscripciones aparecía en algunos pasajes del propio dibujo, lo que implica que Solís pudo haber retocado alguno de los contornos. Es cierto que la tinta ferrogálica ha corroído el papel, siendo posible que ya en tiempos de Solís el papel estuviera deteriorado por esta misma causa y que el coleccionista hubiera intentado hacer algún tipo de restauración rudimentaria.
Otro dibujo de la colección del Museo del Prado que perteneció anteriormente a Solís es la Cabeza de un guerrero de perfil, de José de Ribera, en el cual la inscripción, que en esta ocasión está escrita en la parte central izquierda de la hoja, dice: Jusepe de Ribera; va acompañada del nombre del coleccionista Solís como ocurre también en el presente dibujo en el dorso (D2190, FA 823; Pérez Sánchez, 1972, p. 119, repr.) (Texto extractado de Turner, N.: Dibujos italianos del siglo XVI, Museo Nacional del Prado, 2004, pp. 84-86).