Prendimiento de Cristo
Tercer cuarto del siglo XVI. , 212 x 300 mmNo expuesto
El dibujo es parte de una colección, debida principalmente al taller de Cambiaso, que se conservaba con anterioridad en un antiguo álbum. Según la tradición renacentista, los pintores necesitaban probarse a sí mismos como inventores de composiciones con figuras: éstas no formaban parte de escenas intrascendentes de la vida cotidiana elegidas a capricho del artista, sino que representaban los grandes hechos de la historia humana, de la Biblia, de la mitología, de la historia de la antigüedad y de la literatura. El pintor, como el poeta, necesitaba conmover las emociones humanas, y para ello recurría a las historias tradicionales con las que provocaba la admiración de sus contemporáneos.
Este dogma fundamental de la teoría artística de la época, unido a la posición de Cambiaso como regente del más importante taller de pintura de Génova, ayuda a explicar su elevada producción de dibujos de acabada composición. Más que como ayuda para resolver los problemas surgidos durante el largo proceso preparatorio para la realización de una determinada obra, parecen haber surgido como resultado de un proceso de desarrollo de creación artística en el que además podían muy bien tener fines didácticos. Muestran al pintor cultivando sus propias ideas en la orquestación de un tema dado. La secuencia de dibujos de Cambiaso dedicados a la Pasión de Cristo, de la que el presente estudio es un excelente ejemplo, debió de ser el resultado de dicha práctica. El hecho de que se conozcan tantas composiciones dibujadas de este tema, según versiones de calidad variable y sin que haya una sola representación pictórica que se corresponda, corroboraría esta hipótesis.
El dibujo del Prado expresa el movimiento de un grupo de soldados captados en un momento de gran excitación ante la tarea que acometen. Los agitados movimientos de los soldados se complementan con la encorvada y humillada figura de Cristo, rodeado por sus captores. Según se dirige la mirada hacia el fondo en sombra, el movimiento de los soldados se ralentiza. La antorcha, que lleva el soldado de la izquierda que encabeza el grupo, es la única fuente de iluminación y sirve para realzar la impresión de espectáculo que produce este acontecimiento nocturno. La llama parpadeante encaja con los bruscos movimientos de las figuras del grupo principal, mientras que la oscuridad del fondo resulta igualmente adecuada para el avance más lento del resto (Texto extractado de Turner, N.: Dibujos italianos del siglo XVI, Museo Nacional del Prado, 2004, p. 110).