Triunfo de Baco
Después de 1635. , 231 x 360 cmNo expuesto
Paolo Domenico Finoglia tuvo una participación importante en el encargo de pinturas de la Historia de Roma para decorar el Buen Retiro. Pintó para el ciclo este soberbio Triunfo de Baco, un Combate de gladiadores (Patrimonio Nacional, Inv. 10022324), y un cuadro de asunto muy oscuro, tradicionalmente entendido como Masinisa llorando la muerte de Sofonisba (P2280). Este último ha sido atribuido a un inexistente artista francés conocido como André Leudel. Este Triunfo de Baco figuró en la Sala Reservada del Museo del Prado entre 1827 y 1838, desde donde pasó a las galerías del museo hasta 1882, año en el que comenzó su depósito centenario en el Museo de Tarragona. Resulta difícil apuntar una fecha para las obras de Finoglia pertenecientes a este ciclo que, en cualquier caso, sería necesario situar después de 1635, momento en que trabajaba de forma estable para Giangirolamo II Acquaviva en Conversano (Puglia). Poco ayudan los datos biográficos de este artista: su primera formación con el pintor tardomanierista Ippolito Borghese; su paso posterior por el taller de Battistello Caracciollo y el perfecto conocimiento de sus contemporáneos activos en Nápoles, Massimo Stanzione, Artemisia Gentileschi, José de Ribera, Francesco Guarino, etc., puesto que todas estas influencian aflora en momentos diversos sin señalar necesariamente una sucesión cronológica en sus pinturas. En el Triunfo de Baco la huella de Battistello Caracciolo es particularmente evidente en el violento sombreado y en los tipos físicos de facciones marcadas. Esta obra pudo formar parte de una serie dedicada a escenas mitológicas y asuntos relativos a la historia de Roma, en la que Baco protagoniza tres pinturas: esta de Finoglia, la de Stanzione (P259) y otra perdida de Ribera, conocida a través de una copia (La visita de Baco al poeta Icario, colección privada) y de la que se conservan únicamente tres fragmentos, dos de ellos en el Prado. El sentido de esta serie y su relación con el conjunto de los cuadros del ciclo de Roma antigua es una cuestión que no ha sido posible justificar convincentemente. Tampoco se explica cómo un pintor residente en Conversano pudo participar en un ciclo desarrollado entre Roma y Nápoles.
A lo largo de las últimas décadas se ha tratado de establecer la existencia de una serie de cuadros relativos a la Historia de Roma, entre los que se encuentra esta obra, encargados por los representantes de Felipe IV en esa ciudad y en Nápoles a partir de una fecha cercana a 1634 para el palacio del Buen Retiro. Persisten veintiocho obras que pueden relacionarse con este proyecto (conservadas principalmente en el Museo del Prado y Patrimonio Nacional), a las que se pueden añadir otras seis más actualmente destruidas o cuyo paradero se desconoce, todas ellas citadas en la Testamentaría de Carlos II. En total, unas treinta y cuatro pinturas, el conjunto más numeroso de todos los del Retiro incluyendo el Salón de Reinos y sólo inferior en número a las escenas mitológicas que en esos mismos años el cardenal-infante don Fernando, hermano del rey, solicitaba a Rubens para la Torre de la Parada. Su número constituye el primer argumento que permite entender la importancia otorgada a este ciclo en el nuevo palacio (Texto extractado de Úbeda de los Cobos, A. en: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, pp. 169-170; 204).