Urna con dos picos y busto de mujer
1550 - 1575. , 22 x 21 cmSala 079B
Vaso de cuerpo semiesférico, que se cierra formando una boca redonda, más estrecha, con guarnición lisa de oro, rodeada de gallones dobles cóncavos y con dos picos en los extremos con sendos mascarones de felinos velados y alas de murciélago. La tapa, con otra guarnición similar, presenta también una decoración de gallones helicoidales y un remate, que pudiera ser añadido, consistente en busto femenino con diadema y cota de malla, con peinado al gusto romano. Se apoya sobre un corto vástago y un pie pequeño, del que falta una guarnición gallonada, visible en fotografías anteriores a 1918, donde también se aprecia una ancha faja calada que separaba el cuerpo de la tapa, formando un cuello, que hoy falta. Estas guarniciones fueron añadidas en Francia, posiblemente hacia 1680, quizás con la intención de conseguir una imitación más convincente de las urnas clásicas, siguiendo modelos como el publicado por Enea Vico, editado en 1543.
Formas como la del presente vaso se encuentran en obras atribuidas al taller de los Miseroni. Sin embargo, la decoración del cuerpo, aunque de calidad, no sigue el estilo habitual de las producciones de esta familia en lo que respecta a los motivos vegetales, más delicada, con finísimos roleos y festones. Esta urna está dividida en tres partes mediante líneas, la superior ostenta los gallones, mientras que en la franja central aparecen guirnaldas, cintas y personificaciones de los cuatro ríos del mundo. La parte inferior se cubre por un diseño de anchos roleos de tallos y hojarascas, corolas e hileras de granos decrecientes que se transforman en dragones con rostro humano barbado y largo cuello, o con picos de ave y aletas de palmípedo, al estilo de algunos grabados de Daniel Hopfer (1470-1536). Hay también serpientes enroscadas en los tallos y jóvenes alados presentando el mismo perfil que algunos de los personajes que aparecen en otras obras atribuidas a los Sarachi, como el Copa de la Vendimia, O81, y la Fuente con la historia de Hermafrodito y camafeos de los Doce Césares, O80, del Prado, semejanza que llevó a Arbeteta a proponer la autoría de este taller. Además, sus características técnicas se aproximan también a las habituales del taller de los Sarachi, con figuras de aspecto miguelangelesco, al estilo de las diseñadas por Annibale Fontana, y motivos tomados de los dibujos y grabados ornamentales del segundo cuarto del siglo XVI, debidos a artistas como Tempesta, Agostino Musi, Perin del Vaga, Etienne Delaune, Marco Dente, Cornelis Bos, o Jacques Androuet Du Cerceau.
Alcouffe opina que se trata de vasos para decoración floral (pots à bouquets). Sin embargo, Arbeteta ha propuesto la posibilidad de que hubieran sido diseñados para poder usarse (o simplemente imitar las formas de estos utensilios) como perfumadores o candiles a modo de lucernas, como sucede con la pieza O112 del Prado. Razones de tipo arqueológico y conceptos filosóficos podrían avalar esta posibilidad.
Es una de las piezas pertenecientes al Tesoro del Delfín, el conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre. La adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1776 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.