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Imagen de Esemplari per li principianti del'diseggno et arte della pitvra, Roma, 1773. Bord/52 (2)
Imagen de Esemplari per li principianti del'diseggno et arte della pitvra, Roma, 1773. Bord/52 (2)
Biblioteca digital del Museo del Prado

Cartillas de dibujo en España: modelos y desarrollo

Origen y difusión de las cartillas de dibujo [1]

A principios del siglo XVII surgieron en Italia una serie de materiales pedagógicos que modificaron la tradicional metodología del aprendizaje del dibujo que, hasta entonces, consistía, básicamente, en la copia directa del natural o de vaciados en yeso y, en ocasiones, de dibujos facilitados por el propio maestro. Estos nuevos materiales fueron las cartillas de dibujo, también conocidas como cartillas de principios. Su novedad consistía en el empleo del grabado como medio para recopilar diferentes modelos y partes del cuerpo humano, de manera que el estudio del dibujo adquirió una nueva perspectiva.

Imagen de Il uero modo et ordine per dissegnar tutte le parti et membra del corpo humano all'Altezza del Ser.mo Sig.r Don Cesare d'Este, Duca di Modena, et Reggio. Odoardo Fialetti, Il uero modo et ordine per dissegnar tutte le parti et membra del corpo humano, Bassano, 1709-1791. (1ª ed. 1608). Bord/131

Estas cartillas con estampas se basaban en un método pedagógico en el que, a partir de esquematizaciones, proporciones o líneas de contornos y sombreados, el alumno podía guiarse sin la necesidad de la presencia y supervisión del maestro. A través de la copia continua y repetitiva de los modelos representados en las estampas, el aprendiz lograba memorizar sus gestos y avanzar tanto en la destreza y cualidades de su dibujo como en la comprensión del cuerpo humano. Entender cómo emplearon estos materiales resulta clave para valorar el grado de eficacia que las cartillas tuvieron en la formación de la disciplina del dibujo.

El cuerpo humano se convirtió, por tanto, en el principal objetivo a dibujar, de ahí que la fragmentación de la figura humana en sus múltiples partes permitiera al estudiante progresar desde los detalles hasta el todo. Así, avanzaban desde lo particular a lo general, de lo sencillo a lo complejo y de la línea de contorno al volumen.

Abraham Bosse, Diferentes manieres de dessiner et peindre, París, [s.a.]. Cerv/221

Comenzaban por los elementos del rostro, los ojos, la boca, la nariz o las orejas, para continuar por los distintos miembros del cuerpo, brazos, manos, piernas y pies, y finalizar con los estudios de torsos y las figuras completas. Los modelos fueron muy heterogéneos y diversos. Las figuras masculinas y femeninas fueron las más predominantes –muchas de las cuales estaban basadas en ejemplos de la estatuaria clásica. A su vez, destacaron también los estudios de niños o de putti y, en algunas ocasiones, los de animales.

Imagen de Odoardo Fialetti, Il uero modo et ordine per dissegnar tutte le parti et membra del corpo humano, Bassano, [1709-1791] (1ª ed. 1608). Bord/131

Por todo ello, las cartillas de principios revolucionaron por completo el sistema de enseñanza del dibujo, pues se convirtieron en un instrumento pedagógico de gran alcance, capaz de transmitir un método y unos modelos determinados, a la par que la manera y el estilo concreto de algunos artistas. Fue la posibilidad de poder aprender a dibujar sin maestro lo que extendió de una forma amplia la instrucción de esta disciplina permitiendo con ello la enseñanza a distancia. Por consiguiente, la trascendencia de las cartillas ha sido dilatada en el tiempo y su consideración, repercusión y uso evidencian la eficacia de las mismas.

El aprendizaje del dibujo: maestros y discípulos

Cualquier aspirante a artista, fuera de la disciplina que fuera, inevitablemente debía comenzar sus estudios por la práctica del dibujo. Gracias a algunos escasos ejemplos visuales presentes en singulares estampas de mediados del siglo XVI, en las que se representan distintas escenas de taller, sabemos que los aprendices de más corta edad eran aquellos que empleaban sus horas en memorizar y copiar de forma repetitiva los modelos de principios facilitados por sus maestros –bien fueran en forma de dibujos o de estampas. Y así, a medida que los discípulos avanzaban en destreza y cualidades, pasaban a ejercitarse por medio de la copia de vaciados en yesos y del natural.

Con la llegada de las cartillas de dibujo esta praxis se vio parcialmente alterada, puesto que la supervisión por parte del maestro dejó de ser tan directa y presencial y, lo que es más interesante, el número de aspirantes a aprender a dibujar se incrementó considerablemente, ya que el aprendizaje no quedó limitado al entorno de los artistas y los talleres, sino que se extendió tanto a aficionados como a particulares que desde sus hogares podían aprender a dibujar siguiendo tan solo las directrices e instrucciones presentes en las cartillas. De esta manera, la premisa de “aprender a dibujar sin maestro” se vio cumplida.

Las cartillas italianas y el desarrollo del método

Imagen de Odoardo Fialetti, Il uero modo et ordine per dissegnar tutte le parti et membra del corpo humano, Bassano, [1709-1791] (1ª ed. 1608). Bord/131
Artis pictoriae ex operibus Hannib. Caraccii con cinnata, Ámsterdam, [entre 1684 y 1700]. Bord/158

En apenas una década se publicaron en Italia las tres primeras cartillas de dibujo que dieron origen a este género didáctico. Aunque todas ellas partían del mismo planteamiento, el de aprender a dibujar desde lo particular a lo general, es decir, desde las partes del rostro hasta la figura humana completa, sus metodologías y procedimientos difirieron considerablemente. Odoardo Fialetti apostó por un sistema basado en la línea, en el que mediante la sucesión de los trazos el aprendiz lograba memorizar cada gesto hasta formar el modelo deseado. Por otro lado, los Carracci introdujeron una práctica según la cual el discípulo comenzaba por los contornos de las figuras, dibujando tan solo sus formas lineales, para a continuación, una vez dominados sus perfiles, aplicar el sombreado y conseguir los volúmenes deseados. Por último, Giacomo Franco y Jacopo Palma el Joven, propusieron otro método más abigarrado, en el que los modelos se reunían ocupando toda la composición, lo que determinaba que el principiante tuviera que observar detenidamente las figuras y memorizar sus formas hasta conseguir dibujarlas sin la necesidad de la cartilla. Los tres sistemas gozaron de gran éxito, pues las sucesivas cartillas publicadas en Italia imitaron tanto un método como otro, y, aunque tuvieran sus diferencias, las tres coincidieron en establecer y difundir los mismos cánones de proporción y belleza.

Imagen de Odoardo Fialetti, Il uero modo et ordine per dissegnar tutte le parti et membra del corpo humano, Bassano, [1709-1791] (1ª ed. 1608). Bord/131

La obra de Giocomo Franco (1550-1620) y Jacopo Palma  (h. 1548-1628), Della Nobilta del Disegno, Diviso in due Libri apareció tanto en versión italiana como en latina y se articuló en dos libros: uno dedicado a los principios del dibujo y otro con motivos de camafeos, triunfos y animales. A pesar de que el sistema pedagógico que presentaron sus autores difería de los propuestos por Fialetti y los Carracci, pues apostaron por un formato compacto en el que se amontonaban las distintas figuras en las composiciones, la obra gozó de gran éxito. En cuanto a sus modelos, estos son muy variados y heterogéneos; abarcan figuras de ambos sexos y distintas edades en múltiples posiciones y escorzos, además de otras basadas en la estatuaria clásica y en retratos de personajes históricos. En 1636 Marco Sadeler publicó una segunda edición con sustanciales cambios y, posteriormente, se publicaron dos más por Stefano Scolari (1659) y por Domenico Lovisa (h. 1700).

Giacomo Franco, Jacopo Palma, “Modelos de torsos”, estampa suelta de Della Nobilta del Disegno..., Venecia, 1611. G5962
Giacomo Franco, Jacopo Palma, “Estudios de figuras”, estampa suelta de Della Nobilta del Disegno..., Venecia, 1611, G5986

Los Carracci renovaron la práctica y la enseñanza del arte en Bolonia en la segunda mitad del siglo XVI. En su Accademia degli Incamminati, combinaron la formación intelectual con la práctica intensa del dibujo. La fama de Agostino se difundió a través del grabado, medio por el que se reprodujeron no solo parte de sus pinturas sino también algunos de sus dibujos con estudios de figuras, semejantes a los utilizados en su academia. El editor romano Pietro Stefanoni publicó una recopilación de sus modelos, incluyendo además los de otros afamados artistas como Miguel Ángel. A lo largo de los siglos XVII y XVIII se publicaron cartillas y recopilaciones de estampas directamente inspiradas en la Scuola perfetta, añadiendo o suprimiendo ejemplos. En algunas de ellas se sustituyó el nombre de Agostino por el de su hermano Annibale. La más exitosa fue la editada en París por François de Poilly en 1656.

Imagen de Livre de portraiture d'Anib. Carrache, Paris: chez De Poilly, después de 1669.  Bord/184

La internacionalización de los modelos

Matías de Irala, Metodo sucinto i conpendioso de cinco simetrias apropriadas a las cinco ordenes de arquitectura adornada con otras reglas vtiles, Madrid, entre 1730-39. 21/2355

La proyección que tuvieron las cartillas de dibujo a nivel internacional fue relevante desde su nacimiento. Si atendemos a la rápida difusión que tuvieron los modelos italianos por Europa, comprobamos que su recepción se produjo casi de manera inmediata y paralela por los distintos países del continente. Los primeros en comenzar a grabar y editar estos materiales pedagógicos fueron los artistas flamencos y holandeses, seguidos muy de cerca por los franceses. Aunque en todos ellos podemos observar claramente las influencias italianas, las particularidades estilísticas de cada lugar, así como las singularidades de cada artista, también son visibles. Además de la eficacia del método, entre los factores determinantes que favorecieron esta acogida, se encuentra el propagandístico, pues no es de extrañar que desde los distintos lugares de Europa también se quisiera aprender a dibujar a la manera de reconocidos artistas italianos como Guercino, Della Bella o Jacopo Palma, entre otros. Las cartillas de dibujo permitieron generalizar por toda Europa una metodología común que favoreció la internacionalización de un sistema pedagógico basado en el poder de las imágenes.

El intensivo uso al que fueron sometidas las cartillas en los talleres y en las academias, unido al tipo de encuadernación, habitualmente una simple cubierta de papel, han provocado que el estado de conservación de las que han sobrevivido sea frecuentemente delicado. Tal es el caso de la cartilla de Matías de Irala que perteneció al grabador Rafael Esteve (1772-1847); mantiene su sencilla cubierta de papel, está doblada a la mitad al haberse guardado seguramente en un cajón y presenta numerosísimas manchas provocadas por su uso en el taller. 

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