Una pintura para una nación. El fusilamiento de Torrijos

El Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, la obra más importante de Antonio Gisbert (1834-1901), es también la única entre las pinturas del Museo del Prado encargada directamente a su autor por el Estado. Fue el gobierno liberal presidido por Sagasta (cuyo retrato por José Casado ha sido prestado por el Congreso) el que encargó al artista en 1886 una pintura de gran tamaño que representara la muerte en 1831 del prestigioso general José María Torrijos y sus compañeros. Gisbert había obtenido ya en 1860 una primera medalla por Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo (prestado a la exposición por el Congreso) cuyo tema era un precedente de este. Su autor había desempeñado la dirección del Prado al iniciarse en 1868 el Sexenio Revolucionario, cuando tuvo lugar la nacionalización de las colecciones reales, que pasaron a depender del Estado. El Prado, convertido en Museo Nacional de Pintura y Escultura, mostró entonces la completa evolución de la pintura española. En él tenía todo el sentido, consolidado el régimen constitucional, la presencia de un cuadro que interpretaba un episodio reciente y ejemplar de la lucha en defensa de la libertad. 

Conferencia impartida por Javier Barón, Museo Nacional del Prado.