Abraham y los tres ángeles
Hacia 1770. , 196 x 151 cmSala 023
Esta pintura representa la anécdota bíblica a la que se refiere el capítulo XVIII del Génesis (1.19). Giambattista Tiepolo había tratado el tema anteriormente en la serie pictórica del palacio del Arzobispado de Udine, en 1726. No obstante, aquí se advierte una mayor modernidad debido al dosificado equilibrio en todas las partes de la composición y a la armonía de valores neoclásicos enfrentados a otros de curioso espíritu pre-romántico.
En lo que concierne a la fecha de ejecución, por su tipología formal y por los principios básicos de su estilo, el cuadro se debe inscribir en la fase final de la vida del artista, siendo posiblemente coetáneo de las pinturas para la iglesia de San Pascual de Aranjuez, cuyos primeros bocetos fueron realizados a fines de agosto de 1767. Curiosamente aparecen aspectos que parecen extraídos de la estética de Anton Raphael Mengs, su competidor en la corte madrileña, un pintor más joven y moderno. No solamente las fórmulas empleadas para los lienzos definitivos de la iglesia de San Pascual son similares a las del presente cuadro, sino también el paralelismo de los modelos utilizados. Especialmente se acusa tal coincidencia en el imponente ángel del centro, bello, arrogante y altivo, que domina la composición y se asemeja extraordinariamente al ángel exhibiendo la custodia que preside el lienzo, hoy fragmentado, de San Pascual Bailón adorando el Santísimo Sacramento, de la serie de Aranjuez, también perteneciente al Museo del Prado (P364), cuyo boceto se encuentra en la colección del Courtauld Institute de Londres.
La figura de Abraham, mostrada en postura de adoración ante el prodigio acontecido en su propia casa -los ángeles le anuncian que Sara, su anciana esposa, concebiría un hijo en breve-, se inscribe en la secuencia de hombres ancianos con largas barbas, habituales en la producción de Tiepolo. Tanto la actitud de Abraham como las de los otros dos ángeles son dinámicas, a fin de contrastar el solemne hieratismo del ángel que ocupa la posición más destacada del grupo. Resultan interesantes el fondo, por su carácter severo, y los motivos del ángulo inferior derecho, donde los objetos configuran una peculiar naturaleza muerta.
El cuadro posee un origen desconocido. Fue publicado por vez primera en 1942, veintiocho años después de que fuera donado al Museo del Prado por la familia Sainz, ignorándose todo acerca de su historia anterior. En consecuencia, cabe pensar que inicialmente se pintó con destino a una capilla, tal vez perteneciente a una fundación religiosa, o quizás pudo estar colgado en un oratorio privado, propiedad de alguna familia aristocrática o de la alta burguesía vinculada al entorno de la corte (Texto extractado de Luna, J. J. en: El Prado en el Ermitage, Museo Nacional del Prado, 2011, pp. 172-173).