El Tacto
1618. , 64 x 111 cmSala 083
Esta es una de las colaboraciones entre Jan Brueghel el Viejo y Rubens, un conjunto de pinturas que representan la alegoría de los cinco sentidos. La tradición pictórica en la que fue formado Jan Brueghel el Viejo, que aprendió junto a su abuela la miniaturista Maria Bessemers, convierte esta colaboración en un conjunto perfecto donde la perfección y precisión de la pincelada del primero se complementa con la vívida representación de las figuras del segundo. Esta serie se considera como prototipo para otras alegorías realizadas por el mismo artista. M. Emmans considera que estas pinturas, que denomina gabinete d’amateur, fueron un género específico flamenco que nació en Amberes en el siglo XVII y que siguieron en boga en el siglo siguiente.
En El tacto, al igual que sucede con El Oído, la escena se desarrolla en un exterior donde vemos, en este caso una especie de cueva abierta que parece simular la gruta de Vulcano, el dios forjador de las armas de los dioses. Una identificación que se refuerza con la presencia de unos hombres trabajando en una forja. La escena se complemente con una gran cantidad de armas, yelmos, cascos, armaduras y un sinfín de objetos de metal. En ellos vemos la pincelada de Jan Brueghel, que busca representar las calidades materiales de los objetos, siguiendo la tradición de la escuela flamenca del siglo XV. Al igual que sucede con El Gusto, en el caso del Tacto además del carácter táctil de los objetos, esta obra parece guardar relación con la guerra y las pinturas de batallas ya que las armas representadas en la esquina inferior izquierda de la composición parecen los restos de una lucha, reforzado por la colocación de las armaduras en posición vertical como si fueran soldados en batalla.
Las figuras de Venus y Cupido, pintadas por Rubens, contrastan con la gama cromática fría con la que está tratada el resto de la composición. Ambos se abrazan de forma cariñosa, ajenos a lo que les rodea a diferencia de otras pinturas de la serie. Sobre ellos vemos cuadros con diferente temática; una Flagelación de Cristo y una visión del infierno con los salvados y los condenados con influencias del Bosco y Pieter Brueghel el Viejo.
Muchos autores han estudiado la posible vinculación de estas pinturas a los archiduques, debido a la evidente relación de las obras con ellos. En La Vista aparecen retratados en una de las pinturas y sus palacios se ven a través de las ventanas de algunas de las obras. La serie perteneció, según el inventario real de 1636 del Alcázar, al duque de Neoburgo Leopoldo Guillermo. Según M. Díaz Padrón y M. Royo-Villanova, citando a K. Ertz, o bien el duque las compró para regalárselas a los archiduques o bien éstos se las regalaron a él. Lo cierto es que después de la muerte de los gobernadores el duque se las regaló al cardenal infante don Fernando. De él pasaron al duque de Medina de las Torres, quien se las regaló a Felipe IV y así llegaron a Madrid.
La serie de "Los Sentidos" es uno de los mayores logros estéticos de la colaboración artística entre Rubens, que realizó las figuras alegóricas de cada uno de los sentidos, y Jan Brueghel, que representó los exuberantes escenarios cortesanos. Artes plásticas, música, caza, naturaleza y armas, aparecen exhibidos en escenas que transmiten la riqueza y sofisticación de la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, retratados en la escena de "La Vista", y cuyos palacios se aprecian en la lejanía.
Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado (diciembre, 2014)