Micer Marsilio Cassotti y su esposa Faustina
1523. , 71 x 84 cmSala 041
Tras formarse en Venecia, probablemente junto a Giovanni Bellini, Lorenzo Lotto trabajó en Treviso (1503-1506), Recanati (1506-1508) y Roma (c. 1508-1510), antes de radicarse en Bérgamo, donde entre 1513 y 1526 pintó para poderosas familias como los Tassi, Bonghi, Brembati y Cassotti. Los Cassotti, ricos comerciantes de tejidos originarios de Valle Imagna, utilizaron las artes para dejar testimonio de su ascensión social, sirviéndose para ello de pintores como Andrea Previtali o Lotto. Para Zanin Cassotti, destacado miembro de la familia, pintó Lotto cinco obras de las que sólo se conservan las dos destinadas a su hijo Marsilio: una Virgen con santos (Roma, Galleria Nazionale d`Arte Antica) y este retrato.
Ambos cuadros colgaron en los aposentos de Marsilio en la residencia familiar, ubicada en Via Pignolo, en la parte baja de Bérgamo. Lotto fue un retratista de gran talento y originalidad. Conocedor de los modelos de Rafael y Giorgione, introdujo en Italia la tipología nórdica del retrato matrimonial, dotándola de mayor profundidad psicológica. Este retrato fue encargado en 1523 por Zanin Cassotti para conmemorar el matrimonio de su hijo Marsilio con Faustina (probablemente Faustina Assonica, fallecida en 1528, miembro de una familia patricia de Bérgamo), y aunque Lotto lo tasó inicialmente en treinta escudos, acabó adquiriéndolo por veinte. El retrato visualiza el triunfo social de los Cassotti, que con este enlace emparentaban con la nobleza local; de ahí la importancia otorgada a las joyas y a las vestimentas de seda, expresamente citadas en la documentación.
El retrato es igualmente rico en simbología epitalámica. Cupido, idéntico al que aparece en Venus y Cupido, obra también del período bergamasco (Nueva York, Metropolitan Museum) sería una transformación del Juno Pronuba o Jugalis clásico que Lotto tomaría de una antigua estela romana o de la Epigrammata antiquae Urbis Romae, publicada por Jacopo Mazocchi de Bérgamo en 1521. Cupido unce un yugo sobre los hombros de los novios en referencia a las obligaciones que contraen al desposarse, del que crecen hojas de laurel, símbolo de la virtud y alusión a la fidelidad entre los cónyuges. Lotto ilustra el momento culminante de la ceremonia: el intercambio de votos, cuando Marsilio se dispone a introducir la alianza en el tercer dedo de la mano izquierda de Faustina, donde, según una teoría que se retrotrae al menos hasta san Isidoro de Sevilla (c. 530-636), partía una vena que iba directamente al corazón.
Faustina viste de rojo, color favorito de las novias venecianas, y lleva un collar de perlas, símbolo de la sujeción de la mujer al marido, conocido en la época como vinculum amoris. Porta también un camafeo con la imagen de Faustina la Mayor, devota mujer del emperador Antonio Pío (138-161 d. C.) y encarnación de la esposa perfecta. Como solía ser habitual en retratos matrimoniales, la subordinación de la mujer al marido explica la posición de Faustina, ladeada y ligeramente más baja que la de Marsilio.
Esta lectura iconográfica no explica, sin embargo, el sentido último de la obra. Marsilio contrajo matrimonio a los veintiún años (edad muy temprana en Bérgamo), un año después de haber sido emancipado por su padre. Éste quiso que Lotto representase el momento culminante del "capricho" de su hijo, a quien de paso advertía que el matrimonio es siempre un yugo, no importa cuán ligero sea (Cesare Ripa representaría con un yugo al matrimonio en su Iconología de 1618). El tono irónico de la pintura, ya apuntado por Berenson, queda subrayado por la sonrisa de Cupido, extraña en principio a un acto tan solemne como unos esponsales.
Museo Nacional del Prado, El retrato del Renacimiento, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, p.228/229