Apolo vencedor de Pan
1636 - 1638. , 180 x 270 cmNo expuesto
Narra Ovidio en sus Metamorfosis Libro XI (146-169:) "Pan (...) osó menospreciar la música de Apolo comparándola con la suya, compareció ante el Tmolo como juez para un duelo desigual. El anciano juez se sentó sobre su monte y despojó de arbolado sus orejas; sólo una corona de encina ciñe sus oscuros cabellos y por sus hundías sienes cuelgan bellotas. Y mirando al dios del ganado dice "El juez está preparado". Pan hace sonar su rústica zampoña y con su rudo canto deleitó a Midas, casualmente presente. Entonces el divino Tmolo volvió su rostro hacia el rostro de Febo; las selvas acompañaron el movimiento de su cara. Apolo, con la rubia cabeza ceñida de laurel del Parnaso, barre la tierra con su manto teñido de púrpura de Tiro; la lira, con incrustaciones de gemas y de marfil de la india, la sostiene con la izquierda; la otra mano sujetaba la púa; su pose misma era la de artista. Entonces con diestro pulgar pulsa las cuerdas y, cautivado por tan dulces acordes, el Tmolo ordena a Pan que someta sus cañas a la cítara. El juicio y fallo del sagrado monte agrada a todos; sólo Midas murmura en contra y tacha el fallo de injusto. El dios de Delos no tolera que aquellas necias orejas conserven la figura humana(...) toma prestadas orejas de un borrico de lento caminar".
Ésta es una de las historias sobre Apolo que aparecen en la decoración de la Torre de la Parada. A través de ellas se muestran tanto los triunfos y glorias del dios como sus fracasos. La composición varía un poco del relato de Ovidio para representar diferentes momentos de la historia; mientras Pan aún sigue tocando su caña Tmolo corona de laurel a Apolo como vencedor, algo que Ovidio no dice ya que describe al dios como ya coronado. Además Febo no está tocando su cítara sino que, con un rostro descontento, señala al rey Midas para castigarlo con las orejas de burro. A pesar de esta libertad sí se aprecian algunos de los detalles de la narración, como la corona de encina de Tmolo o el color de la túnica de Apolo.
El lienzo fue realizado por J. Jordaens, artista que cuenta con al menos cinco colaboraciones en esta serie. En este encargo de la Torre de la Parada, este artista realiza algunas obras de complicada ejecución y con bastantes personajes como La caída de los Gigantes (P1539), Las bodas de Tetis y Peleo (P1634) y ésta. A pesar de que compositivamente no hay apenas cambios con respecto al boceto, conservado hoy en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica en Bruselas (inv.4128), si que existen ciertas diferencias con respecto al tratamiento de los rostros de los personajes, que parecen mucho más relajados en el lienzo. El Apolo de Rubens aparece con el rostro más girado hacia el espectador y más enojado que en el lienzo, incluso físicamente tiene más presencia y rotundidad. S. Alpers, autora del único estudio completo del encargo de Rubens para la Torre de la Parada hasta la fecha, señala que la figura del dios está inspirada en el Apolo de Belvedere aunque con diferente pose. La copia que Juan Bautista Martínez del Mazo realizó de este lienzo (P-1712) se ve en el fondo de "Las Meninas".
En cuanto a la firma ésta difiere de otra obra de Jordaens Las bodas de Tetis y Peleo (P1634). El problema de las firmas en una constante en muchas de las obras de esta serie, sin que podamos dilucidar a priori si fueron hechas por los propios artistas o añadidas con posterioridad en España, algo plausible a la luz de una carta escrita por el Cardenal Infante don Fernando, gobernador de Flandes en el momento de la realización del encargo, con su hermano, el rey Felipe IV: "Aquí vuelvo a V.M. la memoria original que vino de ahí con los nombres de los pintores que han hecho las pinturas de la mano de Rubens". Los lienzos para la Torre de la Parada fueron realizados en torno a 1636-1638 aproximadamente, siguiendo la correspondencia entre el Cardenal Infante Don Fernando y su hermano el rey Felipe IV.
La decoración de la Torre de la Parada, en cuyo proyecto también participaron otros autores como Velázquez, fue el mayor encargo que Rubens recibió de Felipe IV. A partir de 1636 se enviaron desde Amberes a Madrid más de sesenta obras para esta casa de recreo situada en los montes del Pardo. La mayor parte de las escenas narraban las pasiones de los dioses, según fueron descritas en las Metamorfosis del poeta romano Ovidio y otras fuentes clásicas. Para llevar a cabo un proyecto tan amplio, Rubens realizó pequeños bocetos sobre tabla, donde capta la esencia moral de las historias y las actitudes de los personajes. Estos bocetos sirvieron de base para la elaboración de los lienzos definitivos.
El Museo del Prado conserva diez de los bocetos de Rubens, nueve de ellos donados en 1889 por la duquesa de Pastrana, y uno adquirido en el año 2000. El Prado también conserva la mayoría de los lienzos realizados a partir de los diseños de Rubens para la decoración de este lugar. (muchos de los cuadros fueron pintados por otros artistas).
(Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, 2014).