Dios del Sueño
Mediados del siglo XVIII. , 480 x 337 mmNo expuesto
Se trata de una copia bastante fiel de El Sueño (E000084), obra compuesta por un torso antiguo de carácter praxitélico y un gran número de restauraciones, entre las que destaca la cabeza, probablemente realizada en Italia a principios del siglo XVI.
Restaurada ya como un joven apoyado en un árbol, esta escultura se documenta en la pequeña estancia de baño de Cristina de Suecia en el Palacio Riario, y sigue desde entonces la historia normal de la colección de esculturas reunida por esta Reina. Sin embargo, cabe señalar que son varios los detalles, sobre todo en la colocación de las manos, que denotan sucesivas restauraciones: en el catálogo de Odescalchi el personaje es ya identificado con el dios del sueño Morfeo, lo que parece sugerir que, contrariamente a lo que hoy ocurre, llevaba frutos de adormidera en la mano derecha. Traída a España la escultura, fue sin duda restaurada una mano, perdiendo su atributo simbólico, y así aparece figurada en el presente dibujo. Mientras, el abate Ajello daba una nueva identificación para el personaje representado: sería Endimión, el pastor amado por la Luna. La identificación de Ajello, aunque ingeniosa, no tiene éxito, porque, al parecer, debe identificarse la presente escultura con un “Meleagro” que sitúan Ponz y el inventario de 1789 en la “pieza segunda” de La Granja. Pero la llegada a Madrid de la obra supone su retorno al mundo de las deidades del sueño: Salvatierra, además de colocarle una hoja de parra, sustituye su mano izquierda vacía por otra con frutos de adormidera: así aparece ya en un grabado de Clarac y ha permanecido hasta hoy.
Como “estatuita de un joven que representa el Sueño” aparece ya la obra en el inventario del Prado fechado en 1834, y como “Morfeo”, con el no 520, en el de 1849-1857. Hübner, una vez más, duda y sugiere una posible identificación con un “genio de la muerte”. Pero el problema iconográfico se cierra así: si la escultura está completamente restaurada, la solución ha de hallarse en el contexto simbolista del renacimiento y no en el de la Grecia clásica.
El dibujo forma parte del conocido como Cuaderno de Ajello formado por un conjunto de cincuenta y nueve hojas sueltas, con dibujos a lápiz, destinadas a servir de modelo para la realización de una serie de grabados, que debían ilustrar un catálogo descriptivo de las esculturas reunidas por Felipe V y su esposa, Isabel Farnesio, en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso.
Elvira Barba, Miguel Ángel, El Cuaderno de Ajello y las esculturas del Museo del Prado, Madrid, Museo del Prado, 1998, p.136-139