Ecce Homo
1662 - 1663. Óleo, 114 x 94 cmDepósito en otra institución
Las distintas versiones que Mateo Cerezo hizo del Ecce Homo y del Cristo Varón de Dolores sobre la iconografía de Cristo en su pasión y muerte, si bien parecen dispares tipológicamente en una primera visión, formalmente están relacionadas con las de la Magdalena penitente, por lo que casi se podría establecer una cronología paralela entre ambos temas, basándonos en criterios estilísticos.
La tradición pictórica de los Ecce Homo de Cerezo tiene su origen en el Cristo de la caña, de Tiziano, y de los españoles Juanes y Morales. La versión del Museo del Prado destaca por su orgulloso carácter de triunfo. En lugar de representar desnudo a Cristo, el pintor lo cubre con un manto purpúreo atado. La caña cobra mayor tamaño que en las demás versiones y, en ella, vemos una gran hoja que aún permanece adherida al tronco. La corona de espinas aumenta también de diámetro y espesor, como remedo de una corona real. A su vez, el halo también adquiere mayor dimensión. Una balaustrada y una columna dan a la iconografía el toque regio de la majestad divina.
La técnica y ejecución de esta obra, que fechamos en torno a 1663, es como en tantos otros casos de Cerezo bastante apurada y muy restregada, escasa de materia pictórica y muy diluida para producir superficies uniformes en todo el lienzo.
De esta pintura puede señalarse una copia del siglo XVIII en el Museo Diocesano de Sigüenza, en cuyo catálogo consta como obra atribuida al P. Laso, fechable en 1805 y procedente de Molina de Aragón, en la que se suprime todo el fondo arquitectónico y de paisaje, emplazando la figura de Cristo sobre un fondo neutro.
Buendía, José Rogelio; Gutiérrez Pastor, Ismael, Vida y Obra del Pintor Mateo Cerezo, 1637-1666, Burgos, Diputacion Provincial, 1986, p.72-73 y 142, nº 44