El pan nuestro de cada día
1915. , 196 x 294 cmDepósito en otra institución
En este cuadro se utiliza un encuadre desde arriba, en picado, que hace desaparecer el horizonte y permite centrarse exclusivamente en los marineros. Los captó en el interior de su barca, donde los pescadores vizcaínos que atracaban en Gijón no solo comían, sino que también dormían. En ese espacio habitado, verdadero microcosmo cerrado por líneas curvas, el artista resolvió la composición de un modo muy equilibrado. En esta obra afrontó un motivo que había tratado Joaquín Sorolla en 1899 en su Comiendo en la barca. El punto de vista es el de los fotógrafos, interesados también en estas escenas de pescadores en las barcas. La perseverancia del autor en su estilo y en sus temas finalmente le hizo merecedor de una primera medalla que se le había regateado en las ediciones anteriores.
La obra es un poco arcaizante para 1915 por sus tonalidades grises y su luz matizada. En ese momento, el naturalismo no era ya un lenguaje que pudiera sostenerse, ni siquiera en las Exposiciones Nacionales. El propio Sorolla evolucionaba hacia composiciones cada vez más depuradas que en cierto sentido hacían preludiar el arte déco. Álvarez Sala debió percibir esto y no se presentó ya a la Exposición Nacional de 1917, de manera que esta constituyó su última gran pintura.
Barón Thaidigsmann, Javier, Ventura Álvarez Sala (1869-1919): El horizonte del naturalismo, Museo Casa Natal de Jovellanos,, 2021, p.60-66 [62-63 nº14]