La Egloga
1784. Pluma, Aguada parda, 312 x 226 mmNo expuesto
Es este un magnífico ejemplo de la habilidad de Paret como dibujante, en el que se advierte un elaborado procedimiento de ejecución. En un primer paso, resuelve toda la composición a lápiz. Después delinea con la pluma para marcar los contornos y resaltar los detalles. Finalmente aplica aguadas de tinta a pincel, superponiendo capas con las que obtiene distintas intensidades para conseguir los efectos de claroscuro. A pesar de tan minucioso proceso, el resultado del dibujo es de viveza y espontaneidad.
Al igual que había hecho un año antes en el retrato de su esposa, en esta obra juega artificiosamente con el espacio. Se trata, como el propio autor indica mediante anotación manuscrita, de la representación del género lírico de la égloga a través de sus atributos característicos, los cuales se dignifican mediante un enmarcamiento de carácter clásico que, sin embargo, no los integra, ya que está situado en un plano posterior a aquellos, fingimiento con el que tal vez quiere enfatizar el carácter de ficción de esta composición literaria.
Incluida dentro del género bucólico, la égloga se define por la idealización de la vida rústica. Está protagonizada generalmente por pastores que dialogan acerca de sus amores en ambientes de naturaleza paradisíaca y con una importante presencia de la música, aspectos que se hallan presentes en este dibujo. El carácter agreste de la naturaleza se muestra por medio de la vegetación y el herma con el busto de un sátiro, que alude, a su vez, al carácter amoroso del escrito. El cayado, el zurrón y el sombrero de paja representan a la pareja de pastores, mientras el caramillo y la gaita, de cuidada decoración, ejemplifican el componente musical.
La composición incorpora, además, dos libros en los que Paret incluye a los autores más destacados de la poesía y novela pastoril. Junto a los objetos mencionados se ve, cerrado, un ejemplar de la historia de Dafnis y Cloe del novelista griego Longo (siglo II), citada en latín. En el volumen situado a la izquierda, abierto, se enumera en primer lugar al poeta griego Teócrito (h. 310-260 a. C.), de cuyos Idilios el artista poseyó un ejemplar. Le sigue el escritor latino Virgilio (70-19 a. C.), autor de las Bucólicas. Después se sitúa a Jacopo Sannazaro (1457-1530), que con La Arcadia recuperó el género en el Renacimiento. Debajo, Torcuato Tasso (1544-1595), que tuvo un extraordinario éxito con su drama pastoril Aminta. El nombre escrito en último lugar en esa página, Mari [ilegible], hasta ahora no identificado, podría corresponder, a tenor de la interpretación del último trazo como una "n" parcial, con Giambattista Marino (1569-1625), quien compuso poemas de temática rústica en sus Rimas o La lira, aunque también podría estar refiriéndose a Lucrezia Marinella (1571-1653), autora, entre otras obras, de la novela pastoril Arcadia felice.
En la otra página del libro solo se incluye el nombre del toledano Garcilaso de la Vega (h. 1501-1536), figura que se recuperó precisamente en el siglo XVIII, tras haber permanecido sin editar durante más de un siglo. En 1702 Cienfuegos lo consideró el poeta que contraponer a los extranjeros, el que elevó la lengua castellana a la altura de los clásicos, algo que parece reflejar Paret al incluir su nombre paralelamente al de Teócrito. Más tarde, autores como Ignacio de Luzán, Gregorio Mayans y Luis José Velázquez destacarían la dulzura, elegancia, claridad y sencillez de la poesía garcilasiana, virtudes que se querían recuperar en las letras del Neoclasicismo, aunque la consagración definitiva del autor como cúspide del Parnaso de la lírica española llegó con la edición comentada de sus obras, realizada en 1765 por José Nicolás de Azara.
Aparece así Paret inmerso en las discusiones coetáneas que afectaban a la estética del clasicismo, a la cual, por otro lado, siempre se mantuvo vinculado por formación e intereses, y que resulta más evidente en su producción final, como revelan, entre otras obras, las numerosas alegorías, frontispicios y marcos para retratos que diseñó en esas fechas.
Este dibujo forma pareja con otro, en paradero desconocido, titulado la Oda o la Épica. Ambos han sido considerados, según los distintos autores, como parte de algún proyecto editorial o, por el contrario, como obras autónomas.
Albarrán, Virginia, 'Luis Paret y Alcázar. la égloga' En:. Paret, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2022, p.184-185 nº 45